EL SEGUNDO LIBRO QUE QUIERO CITAR DE LOS QUE SE LANZARON EN LA FERIA DEL LIBRO QUITO 2010 ES EL: "CUERVA CRIOS" DE LA ESCRITORA SILVIA STORNAIOLO
Cuerva Crios © Silvia Stornaiolo ISBN: 978-9978-92-841-7 Colección Cochasquí-Gobierno de la Provincia de Pichincha (Manuel Larrea N13-45 y Ante) |
Leer este libro me trajo ciertas sensaciones per se, insistente en su lenguaje y con hilo conductor exacto, escudriña varias sensaciones y sentimientos que colindan con la imagen de la anécdota y el recuerdo, a veces, la simple cotidiana de la nada, de lo pasajero: la experiencia.... y otras veces más sobria y consciente la voz narrativa. Así se desenvuelve Cuerva Crios...
LIBRO DE CUENTOS DE SILVIA STORNAIOLO
Raúl Peréz Torres
Irreverente, desacralizadora, Silvia Stornaiolo cría cuervos en este, su primer libro, cuervos que algún día le arrancarán los ojos.
Un ambiente sórdido, retorcido, rebelde, donde la ternura y el amor apenas se agitan en un descolocado universo lleno de pesadillas, fenómenos cotidianos, como en los cuadros de Luigi, su padre, que se pegan a la conciencia, con la misma sensación que nos deja un bicho enorme que cae de golpe sobre nuestra cabeza en una noche de ignominia.
Con una originalidad pasmosa, donde el absurdo se manifiesta de la manera más sencilla (recuerdo a Remedios la Bella elevándose junto a su sábana), Stornaiolo va buceando, con mirada turbia obviamente, el sinfín de posibilidades que contienen las relaciones humanas, las heridas y las llagas que nos deja el acontecer diario, las perversiones que están ocultas debajo de la piel, con un lenguaje bronco, aturdido, desafiante, sin género, sin antecedentes literarios claros, a no ser Bukowski o Carver, el del realismo sucio, o quizás el fantasma de una Márgara Sáenz que no existió.
Iconoclasta es una palabra griega que significa «rompedor de imágenes», o se dice de las personas propensas a rechazar los principios y las normas establecidas. Este libro es iconoclasta. Transgresor. Poblado de una sintaxis extraviada. Ni siquiera el lenguaje es capaz de sostener en su molde la precipitada urgencia que tiene Silvia de declarar su inocencia.
En estos cuentos es, pues, su inocencia infernal la que nos desafía.
OBRA...
OPERANDO
No creo que debería, sólo sé que cuando estoy frente a ella, me desmenuzo, me destruyo, me quedo mudo y nisiquiera puedo hablarle, ella es tan grande e importante, pero es que me muero de ganas acercármele, de olerla, de abrazarla, ya sé que es imposible, ni yo me atrevería ni ella lo permitiría, ya tienen a muchos hombres, muchísimos, todos diferentes, viejos, jóvenes, negros, blancos, chinos y más. Viene, entran al cuarto, cierran con seguro, hacen un poco de ruido, y al rato salen como si nada, se despiden y se van, siempre le dan reagalos, joyas, bombones, flores hasta dinero.
Ella a veces me compra regalitos, pero nunca me mira a los ojos, nunca me toca. Siempre hay mucha comida en la casa, pero sueño con que algún día ella me cocine pero creo que no sabe hacerlo, ah mamá, como quisiera besarte.
PRESA
Cada catástrofe, natural o provocada, aunque fueras tú el que la promueva, me atrae a tus abrazos, me aisla a esperar tus cuidados, y como no sé si es masoquismo o banalidad, morbo o enfermedad, no puedo perdonarme esta extraña sensación que provoca en mí la satisfacción del desastre.
QUESPES
Amores he tenido, ninguno peor, ninguno importante, sólo el viejo cinesata falso con el que viví un mes y fue un desatre. Este señor era juez, y también tío mío, hermano de mi abuelo, menor, pero ni tanto, la atracción surgió extraña y macabra.
Él totalmente exiliado de la familia, era un muerto de hambre, alcohólico había dejado los juzgados hace muchos años para dedicarse al cine, yo siempre lo odié, desde niña, era una cosa espantosa, no sabía como disimular, reaccionaba agresiva a sus comentarios, y cuando me lo encontraba le ponía siempre una mueca de asco.
Llegué al punto de inventame recuerdos sucios, acosos del viejo en mi niñez para justificar el asco que me provocaba, de ahí, y de esos tratamientos de desprecio, de las horas que pasaba imaginando al viejo baboso manoseándome, es que nace mi retorcido deseo por él y decido ir a vivir en su casa y entregármele, él, dichoso aceptó.
El viejo, terminó dándome mucha ternura, a veces me pedía que le dé de comer en la boca, que le ayude a bañarse, a limpiarle el trsero después de defecar y no es que era tan viejo, porque en la cama se desenvolvía bastante bien. muy enérgico. Aberraciones del individuo supongo. Estas situaciones provocanron mi salida inmediata de su casa.
SILVIA STORNAIOLO
Quito, 1980
Estudió Ciencias de la Educación, Filosofía y Literatura en la Universidad Católica el Ecuador y en Newport University de California, y talleres de apreciación del arte en Roma, Italia.
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